El origen de la Atención Centrada en la Persona (en adelante ACP) se encuentra la terapia centrada en el cliente del psicólogo Carl Rogers. En el desarrollo de las experiencias vividas a lo largo de su trayectoria profesional pudo experimentar diferentes aprendizajes que determinaron su filosofía de trabajo. Una de las experiencias vividas que probablemente sean la base de todo su criterio es que “cuanto más comprendido y aceptado se siente un individuo, más fácil le resulta abandonar los mecanismos de defensa con que ha encarado la vida hasta ese momento y comenzar a avanzar hacia su propia maduración”.
En este proceso de “maduración” es en el que es de gran relevancia el acompañamiento transdisciplinar en la atención integral de la persona mayor. Contribuir a su desarrollo personal y con ello mejorar su calidad de vida, es el objetivo central de las profesionales que desarrollan sus prácticas profesionales bajo el marco de la ACP, siempre desde el empoderamiento y autodeterminación de cada persona mayor y apoyando así a su proyecto de vida.
Los equipos profesionales han de evolucionar del carácter multidisciplinar a la transdisciplinariedad cubriendo todas las necesidades de la persona, contando siempre con su participación activa en la elaboración de su plan de atención y vida. Este carácter transdisciplinar conlleva un trabajo horizontal en el que se dé un paso más en la ACP, en el que además de los objetivos propios de cada profesional ante los retos del envejecimiento, se establezcan de forma general un objetivo para el que todos los miembros de los equipos, tanto técnicos como de atención directa desde su posición colaboren en su consecución.
Además de esta transformación, es importante que los profesionales adquieran un enfoque integral, como ya se ha indicado, adquiriendo una visión más holística, en la que se contemple que cada persona está conformada por factores biomédicos, comportamentales, cognitivos, de personalidad y sociales, con la finalidad de poder cubrir cualquier necesidad individual en cada una de las dimensiones que la componen, contemplándolas siempre desde la multidimensionalidad y que pueden estar sujetas a cambios.
El objetivo del trabajo en equipo debe ser detectar, aclarar y describir las múltiples situaciones a las que se puede ver sometida la persona, registrar sus posibilidades y sus recursos y asesorar sobre la necesidad de servicios y/o desarrollo de un plan integral de cuidados.
La teoría de la calidad de vida de Schalock y Verdugo supone un marco de referencia excelente para organizar las intervenciones y planificar los programas individualizados, pudiendo garantizar el bienestar personal y la prestación de servicios de apoyo.
Esta teoría se basa en un modelo de 8 dimensiones (bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico, autodeterminación, inclusión social y derechos) psicométricamente válidas y culturalmente sensibles que sirven para evaluar el bienestar subjetivo de cada persona, ofreciendo información valiosa a los equipos de trabajo sobre la dimensión en la que la persona requiere mayor apoyo.
Por otro lado, la cultura organizacional en los equipos debe evolucionar de una cultura centrada en el servicio, en la que la visión de cada persona es meramente médica, hacia una cultura centrada en la persona en la que predomina la visión positiva de cada una de ellas. Con esta visión dejamos de lado los déficits considerando que cada necesidad puede generar capacidad, así que cada persona puede capacitarse si se le ofrecen los apoyos necesarios desde el entorno y desde los equipos profesionales.
La práctica del trabajo en equipo en la ACP requiere de un aprendizaje continuo sobre las diferentes situaciones que la persona receptora de nuestros servicios va a vivir, siendo indispensable la existencia de espacios comunes de comunicación y discusión no solo entre profesionales, sino también entre profesionales prestadores de apoyos y personas usuarias de nuestros servicios.
Esta visión positiva de la persona es inherente a la empatía y al derecho de autonomía. En la cultura centrada en la persona se contempla la autonomía como un derecho independientemente de la situación en la que se encuentre la persona. Se formula como “la obligación de cada sujeto a respetar sus propios principios y valores y a desarrollar el proyecto de vida que ha elaborado en función de los mismos”. Es importante que los profesionales, sobre todo de atención directa, fomenten la autonomía de día a día, de la vida cotidiana, con la finalidad de poner en valor las decisiones personales de cada uno y de ofrecerles el control de su propia vida.
En cuanto a la empatía es una aptitud indispensable para favorecer la aceptación incondicional de la que hablaba Carl Rogers en el desarrollo de la ACP. Los equipos profesionales deben acompañar a la persona mayor desde la empatía, humanizando el cuidado y siempre validando su situación y sus emociones, solo de esta forma se cubrirán sus necesidades individuales, apostando así por el mantenimiento de su condición de persona y su dignidad. No se puede olvidar que en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, se recoge que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y dotados como están de razón y conciencia”
La flexibilidad y permeabilidad de los equipos de trabajo bajo el modelo de la acp debe basarse en la integración y coordinación de los diferentes servicios pasando de ser servicios excluyentes, independientes y autónomos a complementarse en su finalidad y centrar su atención y resultados en un solo punto: La persona receptora de apoyos. Necesitamos equipos de trabajo flexibles, funcionales y vinculados al entorno con capacidad de adaptación diaria a las demandas de cada persona, que conceptualizamos como un sistema abierto y cambiante al que nos tenemos que adaptar en cada momento. Por lo que los equipos nunca deben de ser rígidos e inflexibles con ninguna decisión tomada.
Hemos de concluir afirmando que los principales implicados en ofrecer una verdadera atención centrada en la persona son los equipos profesionales, tano técnicos como de atención directa, que deben trabajar codo con codo para garantizar una vida digna y repleta de oportunidades a cada persona mayor.
Autores:
Mª Del Carmen Martínez Sánchez
Terapeuta ocupacional
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Víctor Aragonés Fernández
Terapeuta ocupacional y psicólogo
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